Este gimnasio me lo regaló mi vecina, Mercedes. Al principio, la verdad, no sabía muy bien que hacer con él. Pero ahora me encanta! Paso unos muy buenos ratos dándole mamporros a la abeja, tirándole de las orejas a la jirafa y, sobre todo, mirándome en una cosa que me dijeron que se llama ESPEJO, o algo así...
No hay comentarios:
Publicar un comentario